Participantes: José Gabriel Segarra, José Antonio Cuenca, Antonio Miñón y Nacho Fernández Perandones.
El doctor Segarra lleva unos días comiéndose el tarro con unas paradojas irresolubles. Ha tenido a bien proponerlas en nuestra querida tertulia, pero nos han calentado la cabeza, que Miñón ha tenido que pedir un güisqui. Ahora explicamos por qué.
La paradoja de José Gabriel se explica en estos términos: Si Miñón tienen un cerebro, y le cambiamos su cerebro por otro cerebro igualito, está claro que funcionará de la misma manera, pero... ¿seguirá siendo Miñón, o no? Por que, claro está, dos miñones serían demasiados para nuestra cansina galaxia.
El asunto no es baladí, ya que estamos tratando sobre la identidad, la conciencia, o el yo, como dicen los filósofos. Hubo interesante debate. El ponente opina que sería otro; el resto de los participantes, defendíamos que sería el mismo.
En un momento dado, tomaron la voz los filósofos presentes. Un, armado con un carajito de JB, y el otro, como va dicho, con un whiski. En ese punto es donde la diatriba llegó a su punto álgido.
La conexión entre Ciencia y saber filosófico está llena de penumbras e interrogaciones. ¿Puede la biología dictaminar el yo de las personas? ¿Se puede responder a todas las preguntas que atañen a nuestra existencia desde un prisma materialista y mecanicista?
La paradoja sigue en pie, y nuestras reflexiones sobre el tema, también
La conexión entre Ciencia y saber filosófico está llena de penumbras e interrogaciones. ¿Puede la biología dictaminar el yo de las personas? ¿Se puede responder a todas las preguntas que atañen a nuestra existencia desde un prisma materialista y mecanicista?
La paradoja sigue en pie, y nuestras reflexiones sobre el tema, también