Asistentes: Antonio Miñón, Paco Llorens, Emilio Martínez, José Gabriel Segarra y Nacho Fernández. Ponente: Nacho Fernández. Alfonso no saludó desde Asturias, donde se ha traído todas las nubes.
Tarde agradable, y en un entorno dominado por el Dominó. Nacho (en tercera persona, si me permiten) disertó sobre el apasionante tema de la Ciencia Medieval. Defendió que la revolución científica del siglo XVII tuvo su origen, no en la Antigüedad Clásica, sino en la Baja Edad Media, donde hubo una serie de científicos (Alberto Magno, Roger Bacon, Nicolás de Oresmes, Jean Buridan), que realizaron una serie de investigaciones que sentaron las bases de la futura revolución. Se basaban en la experimentación y en los modelos matemáticos, descubriendo, por ejemplo, que la Tierra era esférica.
Si se produjo la revolución científica en el siglo XVIII fue por el boom de la imprenta, la mejoría económica, el descubrimiento del Nuevo Mundo, etc. No tanto por un proceso de secularización, ya que los avances de la ciencia están anclados en la visión coherente y lógica del Universo, basado en el Dios creador cristiano, que fue expresado desde sus comienzos como un Logos.
Todos fuimos opinando a partir de esta tesis. Antonio planteó en un momento la crisis actual de la ciencia; Emilio amplió nuestros conocimientos sobre Newton; José Gabriel planteó objeciones a la teoría monoteísta tomando algunas pasajes de la Biblia, y relacionó el boom del libro con la crisis del siglo XIV; Paco, por último, se esforzó por hacernos comprender la importancia de las matemáticas para el desarrollo de la ciencias.
Un coloquio, como siempre, muy enriquecedor, donde hubo diversas visiones y perspectivas. Hemos pensado en hacer una antes de vacaciones.